"MEMORIAS
SOBRE EL PASADO DE SABANALARGA"
Escrito por: Don Aristides Manotas (1954)
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ENSAYO
SOBRE MONOGRAFÍA DE SABANALARGA
(1)
La arqueología ha sido la principal fuente para el
conocimiento de la prehistoria americana, pero para la
región que hoy ocupa el Departamento del Atlántico,
puede asegurarse que nada nos ha dicho todavía. No
conocemos concretamente las costumbres generales de
nuestros antepasados los indígenas de esta región
La tradición, que es otra fuente que nos puede llevar al
conocimiento de lo desconocido, no obstante que muchas
veces tuerce el curso de la historia, apenas tímidamente
se atreve a levantar el vuelo que cubre la existencia de
nuestros antepasados; así que, sólo a ella nos
atendremos en el presente ensayo.
En toda esta comarca sólo dieron muestra de ser dignos
descendientes de los indómitos caribes, los malambos y
los turbacos; otras tribus como los pihones o cipacuas
recibieron a don Pedro de Heredia con gran placidez y
hasta ayudaban a este en la conquista de los demás
pueblos que pudieran resistir. No sabemos si en lo que
es hoy Sabanalarga hubo cacicazgos, o si sus habitantes
eran habitantes del Piohón (Piojo) , o del cacique
Chacurí, que dependía de aquél. Más que probable en su
dependencia de Piohón, pues éste dominaba por el oeste
hasta el mar, por el norte hasta los dominios de los
cipacuas, por el este es probable que llegara hasta los
malambos, por el sur hasta la ciénaga del Guajaro, en
donde tenían un adoratorio. En todas las religiones
indígenas fue el agua elemento indispensable para su
origen y funcionamiento: el lago Texcoco para los
Aztecas, el Tequendama para los Chibchas, el lago
Titicaca para los Nezcas: asimismo para nuestros indios
fue la Cienaga del Guajaro. En un lugar de sus orillas
todavía existe una gran peña o piedra, la cual servia de
mesa para los sacrificios. En determinadas épocas, allí
era el lugar de cita a la cual asistían las tribus
cercanas y aún bastante lejanas, y en esas reuniones
deliberaban sobre sus asuntos internos y se hacían
transacciones de trueque. Más tarde los pescadores
fundaron la población hoy llamada la Peña.
Después de la pesca, la agricultura y la caza,
industrias naturales para vivir, no se tiene noticias de
que se valieran de alguna otra que llenara la s
necesidades del trueque con las tribus comarcanas. Sin
embargo, deja suponer que hubiera, el hecho de que
careciendo la región costanera de esos departamentos de
minas de metales preciosos, fueran tan abundantes los
objetos fabricados con estos metales, como lo prueba el
reparto del botín hecho por don Pedro de Heredia en su
expedición en lo que hoy es Departamento del Atlántico,
el cual fue considerado como uno de los mayores
obtenidos en toda la América: Millón y medio de ducados
de oro.
En ninguna parte se ha logrado conseguir las famosas
guacas del finzenú, ni siquiera en menor escala, y solo
en algunas partes la erosión de la tierra ha presentado
modestas ollas y mucuras o botijas llenas de arena y
residuos de baratijas de las traídas posteriormente por
los Españoles.
Nada concreto se sabe sobre la fundación de Sabanalarga;
la tradición la remonta hacia el siglo XVII. Se ha
venido hablando de siete campesinos: Lucas y Dionisio
Tesillo, Marcelino de Jesús, Diego de Almansa, Placido
Ortega, Joaquín Figueroa y Carlos Orozco, quienes
establecieron sus predios en estos lugares por demás
feraces, apenas por rozar, y cuyos apellidos es cierto
que todavía subsisten en el lugar. Empero de donde
vinieron esos campesinos? Algunas versiones aseguran que
ellos primero sentaron plaza en La Cruz Grande, lugar
ubicado en el camino real de Cartagena a cinco
Kilómetros de esta ciudad, entre las encomiendas reales
de San Jacinto y Maná, pertenecientes, la primera al Dr.
José María del Real, y la segunda a don Bruno de Cueto,
Vecinos ambos de Cartagena. En ese lugar que mas tarde
fue posesión del señor Eudoro García, se veían restos de
antiguas viviendas, consumidas por el fuego de las
quemas, a ras del suelo. Ni nada de raro tenían estos
establecimientos, pues ellos se encontraban en la vía
que comunicaba a Cartagena con los pueblos ya
establecidos a orillas del río.
Continuando tradiciones o leyendas sabemos que las
primeras habitaciones fueron construidas en lo que hoy
es avenida Bolívar, en donde hace esquina con la calle
Antonio Nariño, antes Hatillo. Como en todo pueblo que
comienza, se notan irregularidades peculiares: la calle
se formó en forma de plaza y de oriente a occidente; la
cuadra que sirvió de foco o centro, los callejones que
la circundan no tienen salida, pues se cierran en ángulo
recto. Estos callejones, hoy deshabitados, tuvieron
hasta principio del presente siglo, no menos de diez
casas. En lo que hoy es la casa de Francisca Cepeda
existió un pequeño hato de ganado, y como consecuencia,
la calle que ya tomó la dirección de Norte a sur,
recibió el nombre de EL HATILLO.
La población se extendió rápidamente hacia el sur. Los
habitantes de los pueblos vecinos atraídos por la
fertilidad de sus tierras, sus selvas vírgenes y pastos
naturales, acudieron a formar en ella sus domicilios y
así contribuyeron a hacer la población más importante de
la región. Campo de la Cruz y Santo Tomás, poblaciones
más antiguas, habían sido consideradas por el gobierno
colonial como cabeceras del cantón, pero por el
crecimiento y adelanto de nuestra población, el mismo
gobierno segregó a Sabanalarga del cantón de Campo de la
Cruz, y creó el Cantón de Sabanalarga, con cabecera en
esta población, el 15 de Junio de 1744. |